Artículo de opinión
Los dos se llaman Tomás. Hay dos biografías que no se cansa uno de leer: la de Tomás Moro (Thomas More) y la de Thomas Hobbes. A Tomás Moro le cortaron la cabeza en 1535 y a Thomas Hobbes le acusaron gravemente de ateísmo y tuvo que andar a salto de mata, pero ambos dejaron una obra invaluable para la cultura de la humanidad. Hobbes es de un siglo después. En 1666 se quemaron sus libros en Inglaterra por haber sido considerado ateo y tras su muerte se volvieron a quemar públicamente. Los puede usted leer mil veces, sea mujer u hombre, pobre o rico, creyente o agnóstico o lo que sea, pero todo al que le guste o le interese la política, tiene la obligación de leerlos. Es más, debería de ser parte de un examen iniciático, ya, de plano. (Desde luego esto es metafórico, no me acuse de fascista o de exorcista o narcisista, por favor).
Bueno, pues sólo pensando mucho en estos temas se puede entender la complejísima tarea de ser dos veces presidente de Morena en un estado tan sobrepolitizado como Baja California Sur. Morena no sólo es el partido que llevó a la Presidencia de la República a AMLO, sino a las Presidencias Municipales más importantes de este grandioso y hermosísimo estado tan lleno de injustica social en sincronía con una pujanza económica que non fecit taliter omni nationi como decimos los verdaderamente Guadalupanos de Los Cabos, parafraseando a mi admirado Benedicto VI y a la mayoría de los Diputados a los que el Códice Mendocino les dijo “Engarrótenseme ahí”.
Y de repente, cuando el tal Alberto Rentería Santana ya se había ido de la silla gestatoria de Morena sudcalifornia, que le llegan los tres reyes mages a sonsacarlo de su nicho de confort y a ponerlo como Daniel: en la jaula de los Leones y de los Rotarios. No había otro que pudiera con el toro, que tuviera la experiencia en “crisis managment” y que tuviera ansias de novillero y tablas de equilibrista combinado con un liderazgo social, laboral, sindical y partidista más que ningún otro de los suspirantes. No le quedó otra que aceptar. Él no la buscó, a él se la impusieron: O coopelas o cuello le dijeron los jinetes del apocalipsis y el guerrerense que ha andado ya con cuatro presidentes de Morena nacional y con no sé cuántos gobernadores sudcalifornianos multicolores. En Veracruz diríamos que es “una lagartija muy peñasqueada”.
Se les olvidó un detalle a sus detractores urbanos y a los de tractores rurales, Rentería, no se manda solo. Hay un Consejo Estatal, hay un Consejo Nacional, hay una directiva local y una nacional. Es obvio que en el PAN, en el PRI y en las demás alineaciones incluida la suya, hay quienes quieren que se descarrile, eso era hasta antes de la llegada de AMLO a la Paz, pues es obvio que los ataques a Morena, a Rentería y a Víctor Castro tienen un siniestro maridaje con el touch down que le quieren hacer al Presidente y a la llamada 4T.
Pero a estas alturas, los dos cuadros partidistas más importantes son los dos R: Rentería y Rochín. Bueno, son los que dan la cara, porque todos sabemos quién está detrás o aun lado de cada uno de ellos. Es de bobos estarlos atacando. Somos como los perros de rancho: sólo el que va adelante sabe a qué le ladra. Rentería ya cumplió la primera etapa, ahora viene la novena entrada en junio, pero antes, antes, antes, tiene que sacar con buenas calificaciones a Leggs y a Milena y, aunque le sacaron tarjeta amarilla al Gober y a él, la rasposa y viscosa situación entre Lupita Saldaña y su ex contrincante Pelayo y entre Víctor Castro y su ex contrincante innombrable, han “sembrado de espinas el camino”. Rentería lo sabe y usted también. No se haga, estamos entre amigos….
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