Artículo de opinión
Baja California Sur ocupa un traje a la medida para atender las necesidades y problemas sociales. El próximo gobernador no puede solo replicar los programas federales, hacerlo seria un error.
“Vamos a trabajar ya en un presupuesto austero, lo ratifico, vamos a ser transparentes y alinearemos nuestro Plan de Trabajo estatal al Proyecto de Nación”, indicó entre otras cosas “el Profe” Víctor Castro gobernador electo de Baja California Sur, el pasado domingo 13 de junio luego de recibir la constancia de mayoría por parte del Instituto Estatal Electoral.
Las campañas terminaron y el panorama político para desarrollar la famosa 4T no podría ser mejor, con mayoría en el congreso y municipios el plan de gobierno debe fluir con naturalidad.
Pero extender o solo “tropicalizar” los trabajos federales sería un error, específicamente Baja California Sur necesita un “traje a la medida”.
Dicho de otra forma, mientras en el Estado de México se trabaja para fortalecer el ¨Plan Hídrico”, la media península carece de uno, y como este, muchos ejemplos. Por si fuera poco, somos un Estado que vive de subsidios y apoyos federales que, al ser frenados para su revisión, modificación o de plano desaparición, impacta de manera considerable la estabilidad económica de la entidad.
A pesar del músculo turístico y productivo que tiene nuestra tierra, dicha derrama no es suficiente para mantener el 100% de las necesidades económicas del estado, de ahí la importancia de la cantidad de dinero que destine la federación a la media península.
Los sudcalifornianos o somos los peores o somos los mejores, no importa el tema así lo marcan las estadísticas nacionales, debido a su reducida cantidad per cápita de población respecto al resto de los estados del país, Baja California Sur se torna un ente susceptible para la información que se desprende de las estadísticas federales, sobre todo al ser cotejada con los estados donde se desarrollan las grandes urbes de la nación que superan por mucho su cantidad de habitantes.
Tan solo Nuevo León es hogar de 5.8 millones de personas, más de 5 veces la cantidad de sudcalifornianos que, con 798,447 habitantes, no llega ni al millón de individuos.
Por ello, cualquier tendencia de crecimiento o disminución en las cifras, afecta la percepción que las autoridades federales tienen de la vida en Sudcalifornia; información con la que se desarrollan gráficos en ocasiones distantes a la realidad y que se utilizan por los gobernantes extradiegéticos a estas tierras para la designación de los apoyos y programas federales que destinan a las entidades federativas. Fenómeno que redunda muchas veces en malas decisiones, y aunque no es un problema único de los nuevos gobiernos, es importante que los tomen en cuenta para lograr beneficiar de fondo a las familias sudcalifornianas.
Por otra parte, somos prácticamente una isla. Aquí la economía, cultura y la vida misma se desarrolla de forma y tiempo distinto a la del resto del país perteneciente al macizo continental.
Por ello, las políticas públicas y programas de desarrollo deben ser hoy más que nunca radiografías de los problemas específicos del estado.
Para citar un ejemplo, los rancheros rurales de Baja California Sur, es decir los reales, los de a de veras, de arraigo, que viven enclavados en la sierra a dos o tres horas de la mancha urbana más cercana, son a mi parecer el sector más vulnerable y descuidado de la población sudcaliforniana, además habitan microsistemas económicos que han aportado desde siempre al abastecimiento de alimento y crecimiento de la zona, sin mencionar que, en su mayoría, son personas de bien que ponderan la cultura del trabajo.
Este sector es un ejemplo de que los apoyos federales no permean a todos lados; por ejemplo, históricamente los casi inexistentes programas creados para la ayuda al productor ganadero, son entregados a asociaciones e instituciones locales que no cumplen con el trabajo de distribución eficientemente: los recursos se quedan en el camino o en las manos de los beneficiarios de siempre.
Incluso hoy en día, donde se presume la estrategia de entregar los apoyos directamente al productor, estos son por mucho insuficientes y obligan al ranchero a cumplir con una serie de requisitos difícil de completar para una persona que vive cientos de kilómetros de “la oficina”, a la que tiene que llegar por agrestes y casi intransitables caminos, lo cual obliga a las familias a realizar gastos extraordinarios terminan por desistir en su intento.
Por ello es que particularmente en Baja California Sur solo tomar los trabajos federales y aplicarlos no debe ser opción, pues tendría como destino un fracaso orgánico en su intención de permear en los que más lo necesitan.
En este caso, El Gobernador electo Víctor Castro, debe incidir en el Presidente de la República y convencer a la federación de la particularidad de estas tierras, haciendo llegar reportes detallados de las necesidades de los sudcalifornianos así como las características geográficas y culturales de esta tierra, y de esa forma asegurar que los programas que se generen verdaderamente cumplan con su función.